Los paralelos son las líneas imaginarias que junto a
los meridianos, perpendiculares a ellos, permiten localizar cualquier punto en la superficie terrestre.
Se llaman así porque se trazan paralelas al ecuador, perímetro de 40.000 km que divide la Tierra en
los hemisferios norte y sur. A diferencia de los 360 meridianos que unen ambos polos geográficos, cuya longitud idéntica es de 20.000 km, los paralelos se acortan progresivamente a medida que se alejan del ecuador hasta llegar a los polos, donde alcanzan la longitud de un punto.
Hay 180 paralelos, 90 al norte y 90 al sur. Los números coinciden
con los 90 grados sexagesimales de un ángulo recto con el vértice en el
centro de la Tierra, un extremo en uno de los polos y el otro en cuaquier punto del ecuador. La latitud indica la distancia en grados de un lugar dado al ecuador; de modo análogo funciona la longitud con respecto al meridiano de Greenwich. Pues
bien, la latitud y la inclinación del eje de rotación de la Tierra son los
mayores factores determinantes del clima. Cuanto más lejos del ecuador (latitud más alta), menor
es la cantidad anual de radiación solar recibida y, en consecuencia, la
temperatura media decrece. A grandes rasgos, puesto que hay otros factores físicos coadyuvantes, las zonas que equidistan del ecuador y de los polos son las de clima
templado, que se caracterizan por tener cuatro estaciones anuales claramente
diferenciadas.
La extensión planetaria de la Covid-19 es casi total.
No hay prácticamente ningún país que no reporte algún caso de contagio y
muerte. En cambio, la morbilidad y la mortalidad (tasa de
contagios y de defunciones con respecto a la población total), así como la letalidad (número de muertes en
relación al número de contagiados) siguen marcando grandes diferencias entre
unas naciones y otras aunque se acumulen las semanas desde el inicio de la pandemia.
Los únicos diez estados de todo el mundo que superan
las 1.000 víctimas mortales son, ordenados por el número de positivos
declarados, Estados Unidos, España, Italia, Alemania, Francia, China, Irán,
Reino Unido, Bélgica y Países Bajos.[1]
Siete de los países son europeos y miembros de la UE (suman 375 millones de
habitantes), uno es americano (330 millones) y dos, asiáticos (1.480 millones).
Todos ellos son países de clima templado del hemisferio norte. Las zonas más
afectadas se sitúan alrededor del paralelo 40 de latitud norte (en la franja
delimitada por los paralelos 30 y 50; Wuhan, la ciudad china donde se originó
la pandemia, está ubicada en 30˚35'N). Llama poderosamente la atención el hecho de que la mayor parte de las víctimas se concentre en regiones muy acotadas de los países más damnificados (Hubei, Lombardía, Nueva York, Madrid, Barcelona, etc.). En general, parece que cuanto más lejos del
paralelo mencionado se halla el virus, menor es su virulencia -considerando las
excepciones pertinentes por razones orográficas, microclimáticas, demográficas, sociológicas o económicas. Por poner un ejemplo: si el área afectada se extiende un poco más al
norte en el continente europeo, es a causa de una particularidad climática bien
conocida: la Corriente del Golfo proveniente del Caribe determina que el clima
de la Europa occidental atlántica sea más cálido de lo que le correspondería
por latitud.
Los diez países referidos suman 1.009.786 casos de
los 1.274.976 mundiales (un 79,2%). En cuanto a víctimas mortales, aportan 62.270 de 69.501 (un 89,6%). Sin embargo, su población conjunta (2.165
millones) representa sólo el 28,1% de la población mundial (de unos 7.700 millones).
Las cifras absolutas aumentan cada día, pero se observa que las relativas se
mantienen bastante estables.
Cuando la pandemia lleva algo más de tres meses
expandiéndose, todavía no hay ningún país tropical que presente cifras
preocupantes. Naciones superpobladas como India, Bangladesh e Indonesia (Asia),
Brasil (América) o Nigeria (África) están muy por debajo de las tasas medias.
Brasil, el primer país del hemisferio sur que aparece en el ranking, ocupa la
posición 15 con 11.281 positivos y 487 muertos. Pero hay que tener en cuenta
que en Brasil hay 209 millones de personas. Sólo Italia, España, Reino Unido y
Francia, cuatro países europeos que suman 240 millones de habitantes, lamentan
40.000 fallecimientos. Lo expuesto sugiere que las condiciones climáticas de
los trópicos no son muy favorables al SARS-CoV-2.
En cuanto a las regiones templadas del hemisferio sur
climáticamente equiparables a las del norte, así las áreas más pobladas de
Argentina y Chile, la República de Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda,
tampoco manifiestan mucha incidencia. Australia (núm. 20 del ranking y 25
millones de habitantes) declara 5.788 afectados y 39 fallecidos. La República
de Sudáfrica, (núm. 47 y 60 millones de habitantes) reporta 1.655 y 11. A
diferencia de lo que ocurre en las zonas tropicales, esto puede ser debido a la
estacionalidad propia de los climas templados. Allí, ahora se está iniciando el
otoño. Tendremos que estar muy atentos a cómo evolucionan los datos cuando
llegue su invierno.
No hay duda de que virólogos y epidemiólogos,
geógrafos y climatólogos, matemáticos economistas, salubristas y toda la suerte de expertos que asesora
a los gobiernos estarán analizando los datos disponibles y sacando sus
conclusiones. Sabemos cómo se está comportando la Covid-19. El interés está
ahora en averiguar por qué lo hace. Cuando los científicos nos lo aclaren,
quizá descubramos que las precauciones que hay que adoptar y las acciones que
hay que emprender no son idénticas en todas partes. Y que a lo mejor los
gobiernos deberían haberse coordinado para optimizar los recursos
disponibles, facilitando su envío a los lugares que los precisaran. En el mundo no faltan mascarillas, EPIs ni respiradores. Sólo están mal distribuidos. Disputárselos o competir por ellos en los mercados internacionales está enriqueciendo a los especuladores y a las mafias, a la vez que provoca carestía.
Puede que algún día nos demos cuenta de que hemos
convertido una grave crisis sanitaria localizada, aunque multifocal, en una
enorme crisis económica mundial de consecuencias imprevisibles. Habrá sido por
ignorancia, por impotencia, por egoísmo nacional, por ineptitud, por
negligencia, por desconfianza... o por un poco de todo ello. Saberlo servirá de poco para esta ocasión. No obstante, sería imperdonable no aprender de los
errores que se haya podido cometer, porque los expertos anuncian nuevas
pandemias.
[1]
Este artículo ha sido elaborado con los datos disponibles en fecha 6/04/2020 en
https://www.worldometers.info/coronavirus/
y sitios web de instituciones fiables. Por supuesto, no puedo garantizar que se ajusten totalmente a la
realidad -ni creo que nadie pueda hacerlo.
Una anàlisi molt interessant!
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